¿"Fascistas" estos niños?

Ha sido otra nueva salida de tono de Melchor Roel. Víctima de su falta de rigor a la hora de tomar decisiones, se vio obligado a eliminar el vallado que circundaba la Casa de Xuventude de Viveiro. Patrimonio exigía esta medida en aras de no perjudicar estéticamente el entorno de la Iglesia de San Francisco. Al tiempo, se eliminaban también las canastas de baloncesto y porterías de fútbol que tantas memorables tardes de deporte y ocio han proporcionado a la juventud de esta ciudad.

La medida se llevó a cabo con nocturnidad y alevosía, sin la más mínima intención de dar una explicación a los usuarios habituales de esta instalación. Los jóvenes se sintieron legítimamente ultrajados en sus derechos y como jóvenes que son, improvisaron una serie de medidas de protesta para hacerse oír ante quien todo lo manda en este pueblo, incluso sobre aquello cuya competencia es de otras administraciones.

Como siempre que algo no sale acorde con sus deseos o en la línea de sus planes, una vez que la “chavalada” que disfruta de esta instalación comprobó lo que se había hecho a sus espaldas y decidieron llevar a cabo una serie de protestas, Melchor Roel puso en marcha un nuevo proceso de intoxicación mediática.

Primeramente echó mano del pasado manipulado para decir que fue él quien mantuvo ese espacio como dotacional cambiando el PEPRI del entorno de San Francisco “firmado por Aja en 1997 por el que el terreno de la Casa da Xuventude pasaba a ser zona libre” (A Mariña El Progreso 11-VII-07). Como buen manipulador, obviaba de forma interesada que ese PEPRI fue aprobado por unanimidad (esa que él es incapaz de conseguir en ningún asunto de relevancia para la ciudad) y por lo tanto, contó con el apoyo de todas las fuerzas políticas con representación en ese momento: El PP, su actual partido el PSOE, el BNG y el partido en el que él militaba entonces IU. Este PEPRI contemplaba la creación en ese espacio de una plaza pública, ya que el PP trabajaba en un proyecto para trasladar la Casa da Xuventude a la antigua casa de Calvo Sotelo en cuyo patio trasero estaba previsto instalar una cancha deportiva. Una posibilidad, ésta, discutible, pero tan legítima como la que él planteó al revocar ese acuerdo unánime y proponer la opción de mantener la Casa de Xuventude en su actual emplazamiento, debiendo asumir, como es lógico, las consecuencias de su decisión (entre ellas que patrimonio obligue a quitar la valla que circunda la pista deportiva inutilizándola como tal por lo tanto). Melchor Roel empezaba esta historia echando mano de esa táctica tan manida y previsible de, “si no les puedes convencer, confúndelos”.

Seguidamente, trató de desacreditar a los jóvenes convocantes de las protestas (unos niños) extendiendo la idea falaz de que era una convocatoria anónima (todo el mundo sabía perfectamente quienes eran los convocantes y porqué) y tachándolos de fascistas (A Mariña El progreso 11-VII-07) o de tener “actitudes fascistas” (La Voz de Galicia). Finalmente, buscó la manera de relacionar a su “bicha” particular, es decir al PP, con estos hechos y como no tenía prueba alguna ni certidumbre posible (nunca le hizo falta, así que no iba a ser esta ocasión una excepción) insinuó de manera evidente que esta formación política estaba detrás de las protestas. ¿No se parece todo esto demasiado a estratagemas de manual de un dictadorzuelo estalinista?

El asunto empezaba a írsele de las manos, ya se sabe aquello de la ley de Murphy “todo empeora a elevadas presiones”, y no se le ocurrió mejor idea que poner en la Casa de Xuventude un cartel explicativo de su versión de la situación en donde figuraba bien grande la firma de “El Alcalde”. Entretenido como estaba en echar la culpa de todo a los demás, pasó por alto el detalle sin importancia de que la competencia sobre la Casa da Xuventude no es municipal, sino de la Xunta de Galicia. La delegada provincial de Vicepresidencia para o Benestar e da Igualdade tuvo que recordar al alcalde que “el equipamiento de la Casa da Xuventude de Viveiro es competencia de dicho departamento autonómico (…), xa que aquel non é un espazo municipal, senón que pertence ós bens patrimoniais da Xunta” (A Mariña El Progreso 12-VII-07), “Parece que a Casa da Xuventude é municipal, e non é así, é da consellería” (La voz de Galicia). El mismo día en el que aparecían esas declaraciones, desaparecía el cartel (¡un gasto bien aprovechado sin duda!).

Ante todo este cúmulo de despropósitos y “mentirijillas” interesadas por parte del alcalde, los propios jóvenes aclararon en A Mariña El Progreso (12-VII-07) que “non representamos a ningún partido político nin a ninguna ideoloxía, só queremos que todo volva estar como sempre, xa que se nos dixo que ían tirar una parte para facer una rúa”. Por la mañana cerca de 100 niños se manifiestaban en la Casa de Xuventude de manera pacífica y a continuación hacían una sentada delante del concello donde eran recibidos por la primera teniente de alcalde ya que el alcalde se encontraba en Santiago en un acto de presentación de la Vuelta Ciclista a España. Los niños no hicieron otra cosa que movilizarse, de manera mucho menos agresiva y contundente, siguiendo el ejemplo dado por este alcalde cuando era sindicalista; todo el mundo recuerda su participación en las barricadas que se montaron cuando los famosos “Bidones del Casón” que casi provocan el cierre de Alúmina al causar una pérdidas económicas astronómicas por haber paralizado el proceso de electrolisis. Entre los que quisieron bajar el automático del suministro eléctrico estaba un tal Melchor Roel, por aquel entonces pujante líder sindical, cuyas ideas y actos irresponsables pagaron otros con el despido del comité de empresa. Si por lo que hicieron estos niños para Roel son unos fascistas, ¿cómo habría que calificar su actitud en aquellos hechos entonces?

Melchor Roel no transita nunca por el camino de la rectificación, más bien al contrario. Aplicando la máxima de Lenin de que “la mentira puede ser un arma al servicio de la Revolución” Roel insiste empecinado en sus manipulaciones, aunque sea a fuerza de retorcer la evidencia y la realidad. Una vez reconocido seguramente el exceso de llamar “fascistas” a unos niños, lo más lógico hubiera sido pedir disculpas asumiendo el error… pero nuestro alcalde hace siempre bueno aquello de que “el error es más impetuoso que la verdad” y por eso no tuvo mejor ocurrencia que decir en los medios: “A los chavales yo nunca los llamé fascistas, sí dije que quienes hacen movilizaciones en base a mentiras que tienen las patas cortas utilizando técnicas fascistas” (La voz de Galicia). ¡Asombroso! ¿No es cierto? Sobre todo si contrastamos esas declaraciones con lo publicado apenas unos días antes: A Mariña El Progreso (11-VII-07): “El primer edil no dudó en llamar “fascistas” a quienes tratan de mentir al pueblo de Viveiro”. O La voz de Galicia: “el alcalde criticó las actitudes «fascistas» de quien intenta engañar a los vecinos en referencia a los carteles que se repartieron en los últimos días por algunas calles de Viveiro. Los mismos mensajes anónimos convocan a los viveirenses a una manifestación el jueves, a las 11.00 horas, para protestar ante la OJE por el supuesto cierre del servicio”. ¿Quién miente?

La oposición le pedía también una rectificación por haberles mezclado en este asunto y se esforzaban de manera tajante en desvincularse de las protestas (A mariña el Progreso (13-VII-07), La Voz de Galicia). De poco o nada va a servir, sólo por el mero hecho de ser oposición ya se sabe que van a ser responsables de todo aquello que se oponga a la única verdad revelada por la clarividencia del “amado líder”, “guía de la luz” “comandante supremo de la revolución”… ¡Viveirenses, no penséis, Melchor lo hará por vosotros!

El viernes 13 a las ocho de la tarde el regidor socio-comunista, acompañado de Orlando Expósito (¿qué pintaba en este “sarao” y si es en calidad de concejal por qué no estaban los de los otros partidos?), celebraba una reunión en el salón de plenos con los usuarios de la instalación deportiva en la que, como no podía ser de otra manera, la base de su argumentación giraba entorno a un único culpable de la situación (el PP, ¡cómo no!). Al mismo tiempo liaba bien la madeja con multitud de juegos dialécticos malabares para tratar de salir indemne de los despropósitos aquí relatados. “Los que hicimos la modificación para que no se tire, acabamos teniendo la culpa”, llegó a decir (La voz de Galicia).

Por el momento, el Alcalde ha conseguido sacar el balón de su área sirviéndose del juego marrullero. Cualquier ciudadano puede comprobar que la Casa de Xuventude es un pegote antiestético que debería de cambiarse de ubicación. Una plaza ahí realzaría mucho más el entorno de San Francisco. Con imaginación y responsabilidad política puede haber soluciones mucho más interesantes para la pista deportiva y que de este modo la juventud pueda seguir disfrutando del deporte en una zona céntrica. Lo que pasa en este municipio desde hace tiempo es que la progresía ha sustituido la imaginación y responsabilidad por el oportunismo y la huída hacia delante. Tarde o temprano los viveirenses caeremos del guindo.