La vida sigue igual

El pasado 17 de junio tuvo lugar la constitución de la nueva corporación municipal y la proclamación de Melchor Roel como alcalde de Viveiro. El acto abarrotó el minúsculo Salón de Plenos con el que cuenta el vetusto Ayuntamiento y dejó patente la falta de delicadeza y previsión del mandatario municipal, que fue incapaz de gestionar un emplazamiento más idóneo para este pleno, además de reservar un espacio para quienes fueron concejales en otras corporaciones, o personalidades relevantes. Parece impropio y poco ejemplar que quien fue concejal durante casi treinta años y su primer teniente de alcalde en los últimos cuatro (Paco Luis, cuya ausencia supondrá una pérdida para el ingenio en la oratoria política municipal) o quien es senador y fue alcalde y concejal (César Aja que deja un espacio difícil de cubrir como referente en la gestión ante otras administraciones), entre otros, no recibieran un sincero gesto de reconocimiento mínimo; con este alcalde corren malos tiempos para la lírica democrática.

Los turnos de palabra de los líderes de las formaciones políticas con representación se sucedieron para declarar sus buenas intenciones. En este sentido adquiere especial relevancia la intervención del reelegido alcalde, en la que hablaba de “evitar ya todo tipo de tensiones”, en lo que parecía un giro de 180 grados en la línea política seguida hasta ahora por Roel. Pero, si alguien albergaba algún tipo de esperanza para que esto fuera a ser así, en menos de una semana él mismo se encargó de enterrar toda posibilidad de enfriamiento de la tensión y apertura de un tiempo nuevo. Como buen prestidigitador, nos distrae con palabrería hueca que suena muy bien, mientras lleva a cabo actuaciones crispadoras radicalmente contrarias a sus pregones.

Así las cosas, el Alcalde no tardó en salir a la palestra mediática; cinco días después de estas teóricas buenas intenciones, conocía a través de una comunicación judicial que había perdido una demanda interpuesta por un empresario, lo que obligaba al ayuntamiento a pagar unas obras realizadas durante el último mandato popular. La reacción ante la derrota, judicial en este caso, fue la de siempre, acudir a los medios de comunicación a embrollar el asunto para atacar al PP y culpar de todo a César Aja. El sábado 24 de junio convocaba una rueda de prensa para dar leña sin tregua y hacer propaganda barata sin preguntarle a la cabeza; la prensa recoge una de sus perlas recurrentes: «aquí no hay crispación, hay transparencia, y habrá que recordar que el bipartito no presentó ninguna denuncia en el juzgado, cuando sí lo hizo el PP». A los pocos días, el jueves 28, podíamos leer en la Voz de Galicia una noticia que apoyaba sin tapujos esa aseveración, dejaba claro cuál va a ser el leitmotiv de su actuación como alcalde en los próximos cuatro años y cerraba el camino a toda esperanza de distensión en la política municipal: “Roel seguirá denunciando las anomalías «con indicio de delito». El alcalde de Viveiro, Melchor Roel, advirtió ayer que la actitud del gobierno local en el nuevo mandato será la misma que durante el anterior: «cuando encontremos algún problema en el que detectemos algún indicio de delito seguiremos recurriendo a la fiscalía». Ahí estamos, sin cortarse un pelo, en menos de cuatro días fue capaz de sostener públicamente una cosa y la contraria. En todo caso, los viveirenses han oído por fin una verdad de su alcalde: Hace política en los juzgados con el dinero de todos los contribuyentes, aunque con nulos réditos, ya que hasta la fecha se ha mostrado escasamente habilidoso para que los juzgados confirmen ni una sola de sus denuncias de anomalías con “indicios de delito”. Es triste y lamentable que insista en seguir fracasando como alcalde por jugar a hacer de mal fiscal.

Mientras la realidad de los hechos confirma que a pesar de que Roel pregonara la voluntad de cambio para evitar tensiones, su acción política va orientada en la misma dirección de siempre, el diario La Voz de Galicia ponía en marcha una iniciativa tendente a pulsar el sentimiento ciudadano sobre las sinceras intenciones de apaciguamiento de la crispación por parte de nuestros políticos. El resultado hasta la fecha deja, entre los viveirenses que participaron, un culpable claro de la crispación política municipal (Melchor Roel) y una nula esperanza de que esto vaya a cambiar.

No hay duda de que, en este caso, independientemente de lo que podamos opinar nosotros, el pensamiento ciudadano y el devenir de los acontecimientos van tan estrechamente ligados, que podemos afirmar sin temor alguno a equivocarnos, que en Viveiro la vida sigue igual, y parece que va a seguir igual por lo menos otros cuatro años, con lo tremendamente preocupante que esto puede ser para el futuro del municipio.