`Ostedijk´, un asunto irritante

En el bipartito vivariense andan estos días bajo el síndrome del déjà vu. La crisis del carguero holandés Ostedijk trae a la memoria de los vivarienses el turbio asunto de los bidones del Cason que en 1987 a punto estuvo de provocar el cierre de la factoría de Alúmina-Aluminio de San Ciprián. Veinte años después de aquel negro episodio vemos cómo ese barco holandés que despide gases a unas millas de la ría vivariense pone ante nuestras retinas un caso semejante a aquel, en el que, por increíble que parezca vuelven a estar involucrados los mismos protagonistas.

Nuevamente un incidente de tráfico marítimo, nuevamente una amenazante carga de productos tóxicos (o sólo irritantes), nuevamente un gobierno socialista en Madrid y una Xunta socialista de coalición que vuelve a arrastrar a la Mariña lucense un problema originado frente a la costa da Morte... y nuevamente la sombra de Melchor Roel, Paco Lois y Rafaelito de por medio. Si lo que querían era estimular nuestra memoria histórica hay que reconocer que se han lucido.

Y es que en la crisis del Ostedijk que estos días causa preocupación en la costa se repiten claves que demuestran la escasa evolución de ciertos hábitos políticos socialistas en veinte años. Es incomprensible que los accidentes de tráfico marítimo que tienen lugar en la fachada atlántica tengan que terminar “una vez máis” en la costa lucense. No parece suficiente la excusa de que esta zona sea más abrigada en los días de temporal, con la cantidad de rías y puertos de la costa coruñesa donde se podría dar cobijo a los buques con problemas. La gestión que se está haciendo del Ostedijk (que habrá que ver cómo acaba) deja planteado a los vivarienses un serio interrogante: ¿qué ocurriría si en lugar de un barco con fertilizantes estuviéramos ante un petrolero con una brecha en el casco? ¿También nos lo traerían desde Finisterre y lo dejarían a unas millas de la ría de Viveiro?

A juzgar por la doctrina socialista y bloqueira durante la crisis del Prestige, y por el modus operandi utilizado con el Ostedijk, tendríamos muchas posibilidades de que así fuese. Es más, ADEGA la asociación ecologista de extrema izquierda -reconvertida para la ocasión en consultora de catástrofes marítimas-, propuso ayer que se efectuase el trasvase de la carga del buque bien en la ría de Viveiro, bien en el puerto de San Ciprián, lo cual parece toda una declaración de principios de lo que podemos esperar en el futuro ante catástrofes mayores (que haberlas, `habralas´).

Y en medio de esta tormenta, nuestro pintoresco alcalde Melchor, que debe andar estos días soñando con fantasmas del pasado, ha aparecido en la prensa amenazando con montar la barricada a la puerta de la ría, utilizando para ello la flota de bajura... todo un alarde de influencia, diplomacia y capacidad negociadora de nuestro regidor. Y eso que es su propio partido el que gobierna en Santiago y en Madrid, y no la anterior Xunta “boicoteadora”. Ante tan furibunda actitud uno se pregunta ¿qué habrá hecho este hombre a sus compañeros de partido para que lo traten así?

De todas formas, parece obligado advertir a los patrones de pesca de bajura que se anden con ojo antes de embarcarse en batallitas con Roel, que este hombre es un verdadero especialista en tirar la piedra y esconder la mano. Y si no, que se lo pregunten a muchos trabajadores de Alúmina que durante la crisis del Cason se dejaron embaucar por Melchor Roel -entonces secretario de CC.OO.- cuando, subido a aquellos controvertidos bidones químicos advirtió que eran “peligrosísimos”, jaleó a los obreros para que paralizaran la factoría y luego, cuando las cosas se pusieron feas y el gobierno mandó los antidisturbios, desapareció sin dejar rastro y sus “compañeiros” quedaron con el culo al aire.